El duelo es un proceso natural ante la pérdida, real (muerte de un ser querido, una ruptura amorosa) o simbólica (pérdida de una abstracción: identidad, juventud…). A pesar de ser un proceso humano, en cada persona se expresa de manera diferente.
En este artículo abordaremos al duelo de manera holística, con sus expresiones y consecuencias a nivel psicológico, físico y energético.
En el terreno de lo psicológico, la teoría psicoanalítica resulta clave para entender el proceso el cual atraviesa nuestra psique estando en duelo: el ego enviste de energía psíquica libidinal (deseo, no sólo en su forma sexual sino energía entendida como conectora, afecto) a un objeto (palabra aquí entendida como el instrumento que nos proporciona satisfacción, como actividades, personas, lugares), cuando éste se pierde, el ego emprende la tarea de retrotraer la energía que invirtió de nuevo hacia sí mismo. No hemos elaborado un duelo en tanto no reconozcamos nuestras emociones y las hayamos expresado.
Es como si una parte de nosotros se hubiese ido con el objeto o persona perdida. Porque efectivamente, nuestra energía que habíamos investido en esa relación no está más, hay que recuperarla.
Si bien el duelo es un proceso natural, existen los duelos patológicos. Se entiende por éstos cuando no podemos procesar/aceptar esa pérdida. En ellos, no es una parte de nosotros que se va, si no nuestra persona entera. Existen diferentes razones para que un duelo patológico se presente como falta de redes de apoyo que nos ayuden a procesar la pérdida, un Yo endeble o frágil, trastornos de personalidad previos, etc.
Si notas que tu o alguien más está experimentando sentimientos depresivos, pérdida de esperanza o incluso pensamientos de muerte derivados de una pérdida, es momento de ir a terapia psicológica.
A nivel físico, una persona en duelo es muy probable que descuide lo que llamo “sus básicos”, que son comer sanamente, actividad física, descanso apropiado y socialización. En palabras de pacientes es como si se quisieran “dejar morir”. A pesar del dolor profundo, de la tristeza avasalladora, cuidar del propio cuerpo es un acto no negociable de auto cuidado. El no llevar a cabo estas medidas es un signo de falta de auto compasión.
En algunas tradiciones, como la budista o la tolteca, se destaca la necesidad de estar conscientes de nuestra propia finitud, así como de todo lo demás. No estar conscientes de esto constituye el impedimento fundamental para poder estar realmente en el presente. Incluso en la toltequidad, se recomienda ampliamente utilizar a nuestra muerte como una sabia consejera que nos recordará puntualmente lo efímero de las cosas y por lo tanto qué es lo prioritario.
Para superar un duelo hay que transitarlo, no podemos apresurar el proceso ni nuestras emociones. La mayoría de las personas que lo resuelven se dan cuenta de que honrar esa relación es clave para aceptar que ya no está. Honra lo que aprendiste de tu ex pareja, pon en práctica los valores que te transmitió tu padre, comparte la dicha de esa relación con alguien. Todo esto hace que ese vacío se vuelva sobre llevable e incluso, fértil.
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